De cuerpos y problemas.
Ejercitando la memoria: una editorial, una serie, una película, una app, y una lista.
Una Editorial
Sobre des-informar, mal-informar, y mal-formar
La entrega anterior tuvo apenas un poco de lo que fueron los problemas y confusiones comunicacionales y mediáticos alrededor de la salud de la princesa Catalina de Gales (tema que hoy ya medio planeta olvidó). Algo (o bastante) de fake news hubo: en un 2024 plagado de inteligencia artificial por doquier, siguen existiendo problemas para verificar la veracidad en la información y las imágenes, como si eso fuese o significase algo. Analizando un poco en perspectiva y sin delirar conspiraciones, no hace falta ser muy lúcido para identificar que todo lo que se comunica sobre un tema (y lo que no también), forma parte de una intención política que tiene alguien. Medios, gobiernos y empresas -que se rehúsan a ser reconocidas como medios insistiendo con la idea de solo dedicarse a la tecnología- utilizan las diferentes plataformas para medir el sentimiento que hay sobre un tema antes de informar/comunicar decisiones, y además influyen en ese sentimiento de antemano para validar esas decisiones, que a toda vista son polémicas y van en detrimento de algo en particular. ¿Vamos con un ejemplo?
Desde el 10 de diciembre del 2023 en Argentina tenemos una dirigencia que le habla al mundo con una información que el resto parece haber desconocido durante los últimos 40 años. Una dirigencia que vino a liberarnos de ese aparente desconocimiento. Supimos desde siempre que una dirigencia de ese color político iba a ir a golpear directamente a algunos sectores que en general no son considerados como vitales para la salud de una sociedad, como lo son el arte y la cultura. Esa dirigencia piensa -si es que lo hace- que el arte y la cultura fueron utilizadas como herramientas para adoctrinar con ideas que según “ellos” son equivocadas. Pero es muy común que esa dirigencia, así como grandes sectores sociales, consideren al arte y a la cultura como no esenciales para la salud de un pueblo. Y si a eso le sumamos que arte y cultura, según los números de la dirigencia, no generan negocios e intercambio sino que “endeudan al país” o generan hambre, la mejor táctica para paliar ese problema es la de la Reina Roja: ¡que le corten la cabeza! Porque los problemas en una tiranía se tratan así, no cortando la raíz, sino la cabeza. Si cortamos la raíz, corremos riesgo de que el resto -de ese cuerpo- haya esparcido mucha más “maleza” de esa que nosotros queremos arrancar, y puede que no la controlemos. Sé que se entendió el punto pero sigo sintiendo la necesidad de expresarlo porque la Reina Roja en cuestión es una de las peores: llegó al poder con un aval importante, y Alicia está más dividida que nunca.
Sabíamos de antemano que venían por la cabeza. Nuestra cabeza en cuestión es el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) por si no se entendió antes, pero a los fines del análisis lo mismo está sucediendo con el teatro, la música, y la ciencia en Argentina. En todo esto hay problemas para confirmar la veracidad de los números que tiene el gobierno nacional, incluso cuando el INCAA fue siempre bastante transparente en la información administrativa que comunicaba hasta antes de su intervención en marzo pasado. Y en todo esto también hubo una medición del sentimiento que se tiene (en este caso sobre el cine argentino y el gran cuerpo de realizadores, productores, técnicos y artistas que trabajan en él) y una influencia para validar la decisión. ¿Medición dónde? ¿Cuál es la plataforma más utilizada por el presidente argentino? ¿A qué CEO visitó hace días nuestro presidente? ¿Y la decisión? La de desfinanciar y paralizar la actividad. Estamos hablando de una operatoria de manual: agitadores en X (Twitter) diciendo “se les acabó el curro”, un presidente absolutamente tribunero que no para de alentar a esos agitadores, un pueblo que ante la falta de interés y de esfuerzo por formarse e informarse y ante el agotamiento de la discusión política se limita a repetir enunciados, y por supuesto que no pueden faltar algunos personajes clave que históricamente estuvieron de un lado de “la grieta” si es que eso existe.
Porque parece ser una novedad que Francella apoye a un gobierno de derecha. Ya lo dijo su ex-colega Érica Rivas… “no me sorprende”. Pero a la gran mayoría sí le sorprende. Enojarse con Francella no tiene mucho sentido. Sus ideas, así como su carrera y su destreza actoral, son lamentables e irresponsables. Cada quien puede pensar lo que quiera, pero -tratando de no ser fundamentalista de la corrección- la figura pública, cualquiera sea su faceta y su campo de trabajo, tiene una responsabilidad de la que se tiene que hacer cargo y en la que nosotros tenemos que exigir. No quiere decir que no pueda pensar o decir determinadas cosas, pero si habla desde una posición asimétrica de poder, jerarquía e influencia, su discurso es manipulado y manipulador. Si existe una grieta, ya sabemos de qué lado está Francella. Y si existe una grieta, del otro lado hay muchas personas como Rivas. La actriz, que pudiendo decir algo sustancial como respuesta, eligió una actitud un poco mas soberbia para con “los sorprendidos de Francella” y darles palmaditas en la espalda, en lugar de analizar y desarmar el discurso del actor. Quien sí usó bien sus palabras -personalidad criticadísima por su color político - es Nancy Duplaá:
“Lo ingrato de esto es que nuestro colectivo es muy amplio y no todos somos Francella. No todos tuvimos las oportunidades que él tuvo porque se las merece, porque es un tipo talentoso. Ni económicas, ni culturales, ni nada. Entonces hablar cuando sos tan privilegiado, y defender un modelo que lo primero que hace es masacrar el INCAA, el Instituto Nacional del Teatro y demás, es polémico. Te da un poco de bronca. Porque tenes la responsabilidad de albergar a tus compañeros que están más abajo y que si se quedan sin trabajo y salen del sistema. […] Lo bueno de esta época es que cada uno se está mostrando como es, se nos están viendo las caras a todos.”
Y sobre el gobierno “[…] Cuando vos atacás la cultura y la educación, atacás el corazón de algo. […] Es como querer aniquilarnos o matarnos por dentro, no darnos bienestar. Entonces lo que me amarga, es tener un gobierno cuyo principal objetivo sea exterminar eso.”
Por supuesto que luego de sus dichos sobre el reputado actor y el gobierno, una orda de “periodistas” con Feinmann a la cabeza, salieron a preguntar que por qué Dupláa no se indignó con los 4 años de gobierno anterior y preguntaba cuánto cobraba. En el mismo párrafo se dedicaron a criticarla -así como a sus colegas- a elogiar a Francella por estar del lado correcto “que es el de ellos” y a decir que el INCAA durante años dio hambre para hacer un cine argentino que “no ve nadie”. Quienes pierden en el desmantelamiento del INCAA, del teatro, y de todas las actividades artístico culturales, como siempre, somos nosotros, los públicos, las audiencias, pero también la memoria y la historia, y lo peligroso en el caso de la memoria y la historia es que al ser entidades intangibles y desconocidas por un lado de la grieta, es más fácil pasarles por encima. El INCAA es una institución de 66 años que se autofinanció sin matar de hambre a nadie, contrario a lo que dicen los periodistas por la penosa TV argentina. Solo en 2023 se generaron (con financiación entera y/o conjunta) 241 films, lo que ayudó a mantener 26 mil puestos de trabajo solo en las producciones audiovisuales y sin contar todo el empleo generado para que el aparato productivo funcione y todo el empleo administrativo y educativo. Solo en 2023 se generaron 47 producciones para otros países en nuestro territorio.
Hay una carencia de sostenibilidad en las iniciativas del gobierno, sin contar con la intencionalidad del golpe a un sector que no le provoca daño alguno ni al gobierno ni al pueblo. Es una medida política simbólica que no le va a dar de comer a nadie. Si hay algo que funciona, y que necesita de una corrección e intervención para que tenga un mejor funcionamiento, debe mantenerse y corregirse. No es opcional. Pero ya sabíamos de antemano que todas las decisiones preparadas para la ¿nueva? etapa de la Argentina venían cargadas de negacionismo. Decisiones que van en contra de algo en lugar de ir a favor, y con el único objetivo de destruir la idea más fuerte que nos mantuvo hasta hoy que es la del estado nación.
Estamos a solo 4 meses así que esta editorial continuará.
Una serie:
3 Body Problem
Revolución cultural en China en los años ‘60, videojuego de rol, científicos que trabajan con antimateria en la actualidad. Son solo 3 elementos que funcionan como escena para una historia creada por Cixin Liu (trilogía con primer libro con el mismo nombre, el segundo llamado El Bosque Oscuro y el tercero El fin de la muerte).
Alexander Woo (productor de The Terror) junto a David Benioff y D.B. Weiss (productores de Game of Thrones) se asociaron para adaptar el primer libro en un formato de 8 episodios para Netflix. En los créditos de producción aparecen otros nombres conocidos como el de Rian Johnson, Rosamund Pike y Brad Pitt, además de tener como principal consulting producer a la escritora de los 3 libros, Cixin Liu.
¿Qué es El problema de los 3 cuerpos? La premisa tiene que ver con un grupo de científicos investigando sucesos misteriosos, con una historia que comienza en la época de la revolución cultural china. En la primera escena vemos a Ye Wenjie presenciar el asesinato de su padre en una plaza pública, antes de convertirse en una astrofísica que por los años ‘70 interactúa mediante señales satelitales con mensajes que vienen del espacio exterior, el no conocido hasta el momento. Ye Wenjie no tiene mejor idea que hacer una invitación.
Lo que parece ser una gran idea desencadena una serie de hechos que son los que científicos de hoy investigan. La serie de 8 episodios, todavía no está renovada para una segunda temporada pero se sabe que hay un trabajo de producción encaminado. Weiss y Benioff no son las personas más queridas por cierto sector, acá también hay una grieta: el público original de GOT está dividido en 2, quienes defienden el final y quienes están pidiendo la cabeza de estos dos David(es). Al margen de lo que hicieron con GOT - que debe tenerse en cuenta no tan solo la situación financiera e intervención de HBO sino su empresa matriz, el autor y los derechos sobre una serie de libros que todavía no se publican, y todas las cuestiones literarias, audiovisuales, y de adaptación que al día de hoy están vigentes - son dos realizadores capaces de llevar a cabo semejante producción. De lograrlo bien y rendir con retorno de la inversión, eso no se sabe, pero en la ejecución, Weiss y Benioff funcionan. Por eso fue que Netflix dio luz verde a la adaptación de este libro, a sabiendas de la inversión y el trabajo que requiere.
Es una serie de nicho, no es para todo el mundo, no está preparada para ser un escándalo de audiencias que hagan estallar los servidores de Netflix con streams. La serie fue bien recibida, pero tiene un nivel medio-bajo de reproducciones, y por ahora esa es la única “crítica” que se encuentra en la prensa. Sigo sintiendo por las cosas que leo que la prensa de espectáculos que tenemos se fija en dos cosas: los primeros 3 o 4 episodios que un grupo selecto ve de forma anticipada (dudo que terminen de ver la serie) y los números de audiencia. Se desconocen números, a casi un mes de estrenada, pero se sabe que son relativamente bajos para la envergadura de la serie. Ante la multiplicidad en la oferta de cosas que hay para ver, insisto con que esta serie no es para todos y tampoco creo que pretenda ser un fenómeno de masas, pero sí de nichos.
Hay una denominación en la prensa americana para este tipo de títulos que es el high concept. El problema de los 3 cuerpos califica como tal, y dentro de Netflix (y con el mismo productor by the way) podemos encontrar The O.A., Dark, o también otros títulos en otras plataformas como The Last of Us, The Leftovers, Lost, etc. ¿Se entiende cómo uso la palabra fenómeno? Digo, no hay fórmula, entre todos estos títulos hay casilleros compartidos como la fantasía, el sci-fi, el misterio, el psico-drama, la épica, pero nada garantiza que sea una narrativa con la que nos sintamos cómodos. Por eso, si bien me gustó, la disfruté, espero una segunda, y tengo la intención de ir a leer los libros, se me hace casi imposible recomendarla, para no sacrificar lectores.
Una en salas que sí recomiendo:
La primera profecía
Es precuela de The Omen, un clásico del terror del 76 (con Gregory Peck y Lee Remick) de Richard Donner, reversionada en 2006 por John Moore (con Julia Stiles y Liev Schreiber), y en donde ambas películas coinciden es en una gran elección de casting en el Damien (aunque prefiero el Damien del 2006).
The First Omen (traducida como La primera profecía) es el primer largometraje de Arkasha Stevenson. Para ser un primer largo, producida en un estudio grande (como el de 20th Century Studios), y en el cine de género, es un excelente resultado.
La primera profecía nos presenta a Margaret, una joven que está llegando a Roma para iniciarse en los hábitos en la iglesia. Lo que sucede al llegar, es una ida que incluye todo tipo de viajes.
¿Qué sería del cine sin el terror? Pues nada. Y este terror, además de tener tintes de clásico en algunas formas, es un terror muy climático, y que si bien usa todos los elementos conocidos, los usa bien. Los lugares comunes no siempre son malos. Si están bien utilizados se agradecen. Y acá hay una ausencia de grandes momentos -esos momentos de salto o susto u horror- que otras miradas elegirían ver, pero no están y se agradecen, por lo tanto también hay lugares comunes que se obviaron u omitieron. En cine está funcionando muy bien. Recientemente superó con recaudación a su costo de producción pero gracias a la recaudación a nivel internacional, algo que en el terror americano suele ser al revés (recaudan mucho adentro y poco afuera de USA). Esta es “la de terror” que “está gustando más afuera”.
Una App:
El famoso “leer después”
Siempre es recomendable usar aplicaciones que le permitan al usuario mudar de dispositivo y de sistema operativo, sin perder información histórica que siempre o en algún momento puede ser importante. Recientemente cuando pasé de un teléfono de Samsung a uno de Apple perdí información de 15 años que no puedo guardar en un iPhone y que, a menos que vuelva a tener un Samsung, en algún futuro cercano, esa información será eliminada (estoy hablando de notas, historial de salud, y muchas cosas más). No está bien que las empresas aprisionen nuestros datos para mantenernos atrapados. Por eso inauguro una sección en donde voy a recomendar aplicaciones basadas en mi experiencia de uso para varios tipos de usuarios.
¿Cuántas veces scrolleando encontraron un artículo que parecía lo suficientemente interesante como para leerlo, pero no era el momento? ¿O cuántas veces encontraron información que no iban a necesitar en ese preciso instante, pero sabían que después iban a querer encontrarla fácil? O quizás son simplemente acumuladores de artículos leídos y artículos por leer. Quizás después sí los leen, o quieren tener la tranquilidad de saber que está ahí guardado en un lugar y no se irá a ninguna parte.
Bueno, para todo eso existe una aplicación muy fácil de integrar en el uso diario. Pero a esta altura es obvio que para cualquier cosa existe una aplicación, ¿no?. Hay una en particular que hace 10 años atrás alguien me la recomendó, y desde ese momento no dejé de usarla. Sacando las apps más históricas, maduras o necesarias (como las redes sociales, las de mensajería, o las propias de cada marca o de cada empresa), esta app es una de las que más tiempo llevo utilizando. Se llama Pocket. Existe en versión web, en versión para cualquier sistema operativo móvil (Android, iOS, etc.), incluso hay versiones para los e-readers más importantes del mundo como Kindle y Kobo, y lo más interesante es que existe también como extensión para Chrome, Edge y por supuesto, Firefox. ¿Por qué “por supuesto”? Porque Pocket -cuyo nombre corporativo fue inicialmente “Read It Later Inc”- en el 2017 fue adquirida por Mozilla, la empresa responsable de Firefox. Entonces quienes ya usen Firefox pueden usar Pocket (creando una cuenta vinculada al mismo ID de Firefox o a otro ID). Básicamente es una lista de lectura, pero es una de las más populares antes de que los navegadores como Edge o Safari comenzaran a implementar sus propias listas de lectura que no funcionan del todo bien, y no le hacen ni siquiera sombra a Pocket.
Esta app a mi me sirve mucho, no tan solo para acumular artículos sino también para leer mucho desde ahí. Siempre sé que puedo ir a buscar un artículo reciente, o uno antiguo, que me estará esperando en mi lista de lectura. Donde Pocket resalta es en un motor -o lo que hoy todo el mundo llama Inteligencia Artificial como si hubiese nacido en el 2023- que le sugiere al usuario contenido similar, que responde a los intereses según la información guardada. Todo está encriptado, por lo que ni Mozilla ni nadie que no sea el propio usuario tiene acceso a los datos que guardamos allí. Cualquier información que sea un enlace, puede ser guardado, y esa información no necesita ser vista desde un navegador en particular sino que con cualquier dispositivo con el que tengamos la opción de compartir o de enviar un enlace -o simplemente copiar y pegar-, podemos comandar que dicho enlace sea enviado a nuestra propia cuenta de Pocket. Además de esto, me sorprende que las recomendaciones de lectura sean más acertadas que en otros servicios como en Bing, Google Noticias, o cualquiera de los softwares que usan distintos medios para sugerir contenido. Pocket tiene una suscripción premium que permite hacer muchas cosas más, pero lo básico de su funcionalidad es gratuito y es más que suficiente para cualquier usuario. Tiene muchas utilidades más como generación de sublistas, carpetas, etiquetado, o descarga de equis cantidad de datos más recientes para leer luego fuera de conexión (por ejemplo en un viaje).
Y hablando de listas de lectura, una Lista:
Cannes 2024
Esta semana se anunció el lineup de Cannes 2024. No es mi festival preferido. Obviamente mi sueño es ir. Pero hay que decir verdades: Cannes es un gran caldo de cosas de donde pueden salir fiascos y joyas. Y no tengo el mejor de los recuerdos de cosas que hayan sucedido en Cannes que hayan resonado todo el año, o películas que vi más de una vez, o de las que leí un montón antes y después de verlas. En un festival como Cannes pasa tanto, que la película está en un segundo plano. Y como festival, sirve más para el ego de Francia, y para que las empresas miden quién la tiene más larga cada año comprando cosas que después no saben dónde meterse.
Lo mismo digo con los Oscars (aunque es una realidad completamente diferente): “ojalá este año me equivoque”. Hay 3 cosas importantes que quiero decir de Cannes por ahora: 1. Solo hay una película brasileña en todo el festival. La gran ausencia este año es Latinoamérica. 2. Se estrena lo que para mi será un fiasco y no hay chances de que sea buena: la tan ¿esperada? y autofinanciada película de Francis Ford Coppola, Megalópolis. 120 millones de dólares, exhibida ya a un grupo selecto de realizadores, técnicos y prensa y aún sin nadie que quiera poner un peso en la distribución ni en el marketing. Película de la competencia oficial.
Y 3. Hice una lista que pueden clonar y guardar de forma privada en sus perfiles de Letterboxd (app de la que hablaré después pero que es un gran bibliorato de nuestras películas), o pública si quieren mostrar sus reseñas, para llevar un registro de las películas que ven del festival (dentro de 6 meses, 1 año o dos).
¡Muchas gracias por llegar hasta acá!